Descrita por su madre, Rosa, como una fuerza alegre y descarada a tener en cuenta, Zoey era una niña de 7 años que empezó a manifestar interés por las animadoras de la época.
Cuando empezó a experimentar episodios de palidez, erupciones cutáneas, fiebre y dolores, su madre la llevó al médico. Al principio, parecían signos de dolores de crecimiento o una infección vírica. Pero un día, durante un entrenamiento de animadoras, Zoey se cayó al intentar dar una voltereta. Unos días después, empezó a quejarse de dolores en el cuello, la espalda y las piernas. Rosa llevó a Zoey al hospital para que le hicieran una radiografía. La radiografía presentaba una fractura vertebral comprimida que, según el médico, no parecía ser nueva. La preocupación aumentó y Rosa decidió buscar otras pruebas, incluida una resonancia magnética.
Cuando Zoey cumplió 8 años, ya se había sometido a numerosas pruebas en distintos hospitales. Poco después, Rosa recibió la devastadora noticia que ningún padre quiere oír. A Zoey le diagnosticaron un neuroblastoma de alto riesgo en estadio cuatro, un tumor canceroso que se desarrolla en el sistema nervioso de los niños pequeños. Les dijeron que todo había terminado.
El tumor de Zoey se había extendido, cubriendo la mayor parte de su columna vertebral y el 99% de su médula ósea, lo que explicaba la fractura vertebral comprimida de la radiografía original. El tumor era tan grande que le comprimía la columna y le causaba dolor en otras partes del cuerpo. Zoey fue ingresada inmediatamente en el hospital.
El tumor estaba en una zona que, de extirparse por completo, habría provocado la parálisis de Zoey de cintura para abajo, por lo que sus padres optaron por extirpar parte del tumor. Zoey empezó entonces a recibir quimioterapia, un trasplante de médula ósea y radioterapia, lo que finalmente la llevó a entrar en remisión. Desgraciadamente, unos meses después, Zoey recayó.
Haciendo todo lo posible por darle una oportunidad de luchar, sus padres aceptaron otra delicada operación para extirparle el tumor original y otros cinco nuevos en el abdomen. Con todas las probabilidades en su contra, Zoey superó esos tratamientos y ahora necesita cuidados de por vida.
Zoey visita el Nicklaus Children's Hospital cada dos o tres semanas para someterse a inmunoterapia y a revisiones rutinarias. Recientemente ha empezado a ir al colegio en persona después de cinco largos años, algo que ha esperado con ilusión desde su diagnóstico.
Rosa está agradecida por el apoyo proporcionado por Nicklaus Children's y Mia's Miracles. "Zoey entra en Nicklaus Children's y toda su personalidad cambia. Entra con mucha confianza, como si fuera la dueña del lugar", dijo Rosa. "Eso lo dice todo para mí, salvaron la vida de mi hija y Mia's Miracles nos ayudó a no perder nuestra casa… ¿de qué más puedo estar agradecida?".